La belleza ha obsesionado a los seres humanos a través de los siglos y de las geografías. Sin embargo, los estándares de belleza – sobre todo los femeninos – que vemos en los medios hoy día son muy distintos a los que existían hace muchos años, y también a los de algunos lugares no muy lejanos.

Por ejemplo, durante la prehistoria (40,000 – 5000 a. C.), la belleza femenina consistía en pechos, vientre y caderas voluminosos, tal y como lo muestran la Venus de Willendorf o la Venus de Laussel. Por el contrario, para la cultura egipcia (2955 – 332 a.C.), la belleza radicaba en la proporción. Así, las mujeres debían ser delgadas, con pechos pequeños, pero con caderas anchas. Es interesante que fue una de las primeras culturas en preocuparse por los “signos de la edad”, pues se han encontrado vestigios de cremas y ungüentos para quitar las arrugas.

La cultura griega (1146 a. C. – 146 d. C.) y la romana (753 a. C. – 475 d. C.) son sin duda las que más ha influido los cánones de belleza hasta el día de hoy. Para ellos, la belleza se basaba en la simetría de sus proporciones, por lo que sus esculturas representan mujeres más bien robustas, de ojos grandes, nariz afilada, mejillas y mentón ovalados. El ideal masculino era alto, musculoso, de frente amplia (signo de inteligencia), con un perfil perfecto y una mandíbula poderosa.

Los cánones grecorromanos fueron retomados durante el Renacimiento (S. XV – S. XVI). Sólo hay que ver El nacimiento de Venus, de Botticelli, y el David de Miguel Ángel para darnos una idea. Más adelante, el Barroco (S. XVII – S. XVIII) fue una época de excesos: hombres y mujeres por igual llevaban maquillaje muy marcado, pelucas y ropas muy elaboradas que escondían unos cuerpos más bien rellenitos.

Esto, en cuanto a los cánones occidentales. Sin embargo, el concepto de belleza no sólo ha cambiado a través del tiempo, sino que también varía con la geografía. Veamos cómo.

La belleza en Norte América y más allá de las fronteras

Aún si en estudios recientes sobre la estética humana se ha demostrado que, sin importar la época o la cultura, los seres humanos basamos nuestra nuestro concepto de belleza en la simetría, resulta interesante cómo la conciben en otras latitudes.

En China, hasta hoy día se toman como modelo de belleza femenina a Xishi, Wang Zhaojun, Diaochan y Yang Yuhuan, “las cuatro grandes bellezas”. Estas cuatro mujeres representan, sobre todo, las virtudes morales que deben poseer las mujeres, y que poco o nada tienen que ver con su apariencia física.

En Francia, las mujeres suelen usar poco o nada de maquillaje, además de que tampoco pasan horas en el gimnasio ni haciendo dieta. Su opuesto estaría en Tailandia, donde las mujeres suelen someterse a dolorosísimos y riesgosos procedimientos para parecer más “blancas”.

Por su parte, el mejor atributo de las maoríes en Nueva Zelanda es un tatuaje facial al que llaman ta moko. Éste se hacía con cinceles hechos de huesos de aves (hoy usan máquinas) y muestra la posición social dentro del grupo, además de que los hace más atractivas. Y qué decir de las mujeres de la tribu Kayan, en Burma, en donde desde hace muchas generaciones se colocan anillos de bronce para alargar sus cuellos.

En los EE. UU, basta hojear cualquier revista o prender la TV para ver cuáles son los estándares de belleza actuales: mujeres altas, delgadas, pero con busto, con una cintura pequeñísima y, además, un buen derriere.  Un modelo bastante difícil de alcanzar para la mayoría de nosotras.

Afortunadamente estos estándares están cambiando, y el concepto de belleza es mucho más inclusivo. Hoy podemos ver mujeres “más reales”, más sanas y más felices como modelos a seguir en los medios masivos. Tod@s queremos ser más bell@s, pero la belleza radica en gran medida en sentirnos bien con nosotr@s mism@s. Tu objetivo debe ser lograr un ideal que sea sano y apropiado a tu constitución y estilo de vida. ¡Aquí en Forma Vital podemos ayudarte! #YaDecídete